Anna Corrigan
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Bio: Nací en Filadelfia, Estados Unidos, y me interesé por la historia cultural del Cono Sur durante períodos de investigación y residencia en Buenos Aires, Montevideo y Santiago en 2008, 2013 y, más recientemente, en 2022. Actualmente estoy realizando un doctorado en el Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Cambridge, donde investigo la cultura visual y la política en el Cono Sur, centrándome en la relación entre el arte ensamblado y la asamblea política durante y después de los últimos períodos dictatoriales en Argentina, Chile y Uruguay.
@CollageChile y el testimonio en red
El presente texto considera la forma en que el estallido social en Chile de 2019 fue presenciado a través de los collages analógicos que fueron subidos a la página de Instagram llamada Collage Chile. Proponemos que el acto de presenciar se convierte en un esfuerzo colectivo cuando está sujeto a la circulación en la red. A través de un análisis de los collages de esta página, consideramos hasta qué punto el acto y la posición de presenciar se vuelven fenómenos colectivos, al estar sujetos a la estructura de la red social. Algunas de las preguntas que motivan este estudio son: ¿Cómo las redes sociales dan testimonio de los acontecimientos, y cómo se vuelven legibles en los intercambios y repeticiones que estas redes facilitan y registran? ¿Cómo la tensa relación entre el collage y la realidad complica el imperativo testimonial de representar la verdad de un acontecimiento? ¿Cómo afectan los contornos de la comunicación en red a las formas en que se presencian y registran los movimientos de masas? En última instancia, sostenemos que la tactilidad y la repetición del collage analógico apuntan hacia una experiencia del testimonio en red que es activa más que pasiva, colectiva más que individual, y creativa más que objetiva.
En octubre de 2019, los estudiantes de secundaria en Santiago de Chile comenzaron a protestar por el aumento de 30 pesos en el costo del transporte público, mostrando su inconformidad a través de la evasión sistemática de las tarifas. Después de unos días, el gobierno declaró el estado de emergencia y desplegó las fuerzas armadas. Para muchos, esta reacción ejemplificó el arraigado modelo neoliberal de gobierno, de vigilancia policial y de privatización, que se convertiría en el objetivo del movimiento de protesta masiva conocido como el estallido social. En los meses siguientes se produjeron protestas en todo el país contra la privatización y la desaparición de los servicios sociales, entendidas como efectos del modelo económico neoliberal implantado durante la dictadura militar de 1973-1990. Las protestas duraron hasta el 13 de marzo de 2020, cuando las concentraciones de más de 500 personas fueron declaradas ilegales debido a la pandemia del Covid-19.
Presenciar
La noción de presenciar es densa y multifacética, pero en su definición más básica describe las implicaciones legales y éticas de la relación próxima y directa que uno tiene con un evento. La figura del testigo resulta fundamental en los llamamientos a la justicia, la transparencia y la verdad, sobre todo cuando prevalece la negación sistemática. Esta posición implica una orientación muy personal y específica hacia la experiencia de un acontecimiento. Un testigo ocupa un único punto de vista y no puede ofrecer una representación “exhaustiva” del acontecimiento presenciado, por lo que su testimonio suele estar corroborado por otros relatos. La multiplicidad de testimonios no hace que ciertos relatos se consideren verdaderos y otros falsos, sino que señala la necesidad de considerar los fragmentos testimoniales dentro de una pluralidad de puntos de vista, teniendo en cuenta no sólo los puntos de coincidencia que surgen entre los distintos relatos, sino también sus puntos de divergencia.
La práctica discursiva de presenciar, o dar testimonio, proporciona una representación de una experiencia a aquellos que carecen de un contacto directo y encarnado con un acontecimiento. Dado que el testimonio se refiere a la relación entre esta exposición sensorial y su representación, John Durham Peters describe al testigo como “el caso paradigmático de un medio: el medio por el que se suministra cierta experiencia a otros que carecen de la original” (John Durham Peters, “Witnessing”, Media, Culture & Society 23, no. 6 noviembre 2001, 709. La traducción es mía). De hecho, la ansiedad que rodea a la distancia entre un acontecimiento y su representación remarca las numerosas crisis y transformaciones anunciadas por los avances de la tecnología de grabación, especialmente los que permiten la captura y difusión de imágenes. Más recientemente, la proliferación de dispositivos personales que permiten grabar o transmitir acontecimientos en directo ha reconfigurado los términos jurídicos y éticos a través de los cuales se define y entiende el testimonio.
Durante el estallido tomaron lugar los peores actos de violencia policial en el país desde la dictadura. En varias plataformas de las redes sociales, los testigos-manifestantes documentaron momentos de represión policial a través de fotografías, vídeos, tweets o comentarios, creando material que serviría como prueba de acceso libre en investigaciones sobre derechos humanos en relación con la brutalidad policial. Estas investigaciones someten el material a un proceso de verificación para confirmar su validez. En los últimos años, las organizaciones de derechos humanos han recurrido cada vez más al contenido digital recogido en las redes sociales para investigar posibles abusos contra los derechos humanos (Sam Dubberley, Alexa Koenig, and Daragh Murray, eds., Digital Witness: Using Open Source Information for Human Rights Investigation, Documentation, and Accountability Oxford, United Kingdom: Oxford University Press, 2020). Para constituir una prueba en estas investigaciones, el contenido debe someterse a un proceso de verificación de su validez que depende en gran medida de la comprobación de la fecha, la hora y el lugar capturados, lo que es confrontado con otros informes o grabaciones del mismo hecho. En otras palabras, el proceso de verificación de los contenidos de libre acceso se basa en el empleo de una multiplicidad de relatos que los corroboran. Esta proliferación de fuentes testimoniales influye no solo en el tipo de contenido que puede dar testimonio de los movimientos de masas, sino también en cómo se configura la verdad dentro de una red.
En comparación con el material más testimonial que podría servir como evidencia en contextos de violaciones a los derechos humanos, una página de Instagram dedicada al collage analógico representa un registro alternativo de los eventos de este movimiento de protesta. Collage Chile es una plataforma de difusión de collages realizados por artistas chilenos. La fundadora Mila González inició la cuenta en enero de 2019 para mostrar y conectar a los artistas del collage fuera de Santiago. A mediados de octubre de ese año, la página vio una afluencia de envíos relacionados con el estallido, representando esto para González, quien selecciona cada pieza que se publican, la oportunidad de mostrar más obra política. Los collages publicados entre octubre de 2019 y marzo de 2020 emiten expresiones de solidaridad o escenifican denuncias de la violencia policial, evidenciando una red colectiva y creativa de testigos.
La red
De acuerdo con estudiosos como Manuel Castells y Umberto Eco, la red representa una cuadrícula o territorio de conexiones posibles (Castells, Manuel. Networks of Outrage and Hope: Social Movements in the Internet Age, Cambridge: Polity Press, 2012). En este sentido, la red se caracteriza por su naturaleza de doble vínculo, ya que el potencial de conexión se basa simultáneamente en el extrañamiento y la abstracción. En otras palabras, cada punto de la red debe estar separado de todos los demás para ser potencialmente conectable. El contacto a través de las plataformas de las redes sociales permite un nivel exhaustivo de conectividad entre individuos que transmiten una serie de experiencias a través de textos, imágenes y vídeos, entre otros materiales. Este flujo de información puede tener lugar en el ámbito relativamente público de un “feed” (en el que un usuario recibe la información publicada por aquellos a los que “sigue”) o en la relativa privacidad de los “mensajes directos”. Existen varias opciones para limitar la audiencia, como la selección de “amigos cercanos”, una lista de usuarios seleccionados que recibirán la información que uno decida compartir sólo con ellos. La posibilidad de ampliar la audiencia suele venir de la mano de la “viralidad”, es decir, con la producción de contenidos que se comparten ampliamente a través de su repetición explosiva y su apropiación por parte de un número de usuarios que va más allá de los contactos inmediatos del productor.
El potencial de producir contenido viral estructura gran parte del imaginario que conforma la creencia en la capacidad de la red digital para trascender las limitaciones sociales y espaciales de la comunicación. Estos casos de exposición rápida y expansiva, de los que disfrutan (o sufren) los usuarios que se han vuelto virales, tocan lo que Lars Bang Larsen describe como lo sublime en red, o las infinitas conexiones posibles que implica la red. Como escribe Larsen, cada punto de la red “es un sublime potencial porque es un lugar de múltiples, quizás infinitas, conexiones y devenires” (Lars Bang Larsen, ed., Networks, Documents of Contemporary Art, Cambridge, MA: The MIT Press, 2014, 17. La traducción es mía) .Esta referencia a lo sublime sugiere una expansión casi utópica del contacto que influye en el material producido y en circulación por la red. Este imaginario u horizonte de una pluralidad potencialmente infinita, a su vez, delinea las posibles formaciones políticas implícitas en la red. Siguiendo a Judith Butler, entiendo que el proceso político de ensamblaje se inaugura con la exposición mutua y la copresencia. El movimiento e intercambio descentralizado de la red exige un cierto grado de exposición distribuido entre y por varios usuarios y el contenido que producen. La red, como imaginario social y político, funciona según estos términos cambiantes y diferenciales de exposición. A través de un énfasis en la tactilidad y la proliferación, Collage Chile opera dentro de la capacidad testimonial de la exposición colectiva, aprovechando la solidaridad y demostrando nuevas formas de testimonio introducidas por la resistencia en red.
Registros testimoniales
Volvemos aquí brevemente a la distinción entre los registros testimoniales que implican los procesos de verificación y los que tienen que ver con la circulación creativa. Por un lado, el material verificado trata de establecer la verdad a través de una pluralidad de relatos que se corroboran entre sí. Por otro lado, una red de intercambio intersubjetivo moviliza la repetición y la apropiación para ilustrar una pluralidad de experiencias individuales. Especialmente en las plataformas en las que las imágenes testimoniales, las fotografías o los relatos de los movimientos de masas circulan rápida y ampliamente, la aparición de interpretaciones creativas y analógicas complica el modo en que estas plataformas dan testimonio. En lugar de tratar de reconstruir la verdad de un acontecimiento, los collages analógicos de Collage Chile sugieren que el testimonio también podría referirse a un proceso de circulación, o a la construcción creativa de la conciencia entre los individuos. La repetición de titulares, imágenes y referencias a través de múltiples collages constituyen ecos que reflejan cómo los acontecimientos llegan a ser entendidos e interpretados a través del intercambio colectivo.
El efecto de la repetición es evidente, por ejemplo, con las referencias recurrentes a los ojos y a los daños oculares que aparecen en los collages de mediados de noviembre. Estas aportaciones reflejan un momento en el que los daños oculares infligidos a los manifestantes por la policía se convierten en un punto de atención nacional e internacional sobre el estallido. Este momento concreto de indignación se produjo tras el cegamiento del estudiante de 21 años, Gustavo Gatica, por parte de un policía en Santiago el 8 de noviembre de 2019. Según Amnistía Internacional se produjeron más de 400 casos de traumatismos oculares como consecuencia de la violencia policial durante las protestas callejeras. El cegamiento de Gatica marcó un punto de inflexión para muchos, ilustrando el uso excesivo de la fuerza por parte de la policía nacional. Los collages publicados tras este suceso transmiten una sensación de indignación compartida y de escrutinio colectivo, ilustrada a través de la referencia repetida al símbolo del ojo.
Una muestra de esto es el collage publicado el 26 de noviembre por el usuario @deliradelira (Franco Peñas), el cual ilustra esta dinámica de repetición y proliferación que insiste simultáneamente en una especificidad material que vincula la obra a una perspectiva y un punto singular en el espacio y el tiempo. La imagen está compuesta sobre un naipe. Las palabras parecen haber sido recortadas de un libro y se organizan en torno a la figura central de un ojo. Debajo de ellas, un cuadrado de papel está atravesado por seis pinchazos, evocando las heridas infligidas por las balas. Al no ajustarse a las dimensiones cuadradas requeridas por Instagram, el collage no se presenta en su conjunto. En cambio, requiere varios posts que se centran en las partes superior e inferior de la imagen. En este rechazo a encajar en el formato cuadrado de Instagram, y en las texturas y capas que atestiguan su existencia como un objeto material, hecho a mano, surge una especie de singularidad que supera los términos de su mediación y circulación en la plataforma. A pesar de esta obstinada fisicalidad, la mediación digital del collage le permite relacionarse con una red de interlocutores y, por tanto, significar dentro de una pluralidad: en la cuadrícula de esta página de Instagram, la imagen central del ojo de la obra la sitúa como una más de una serie. Su aparición en esta plataforma permite que sus intervenciones políticas y estéticas entren en un coro de denuncia más amplio.
A través de la repetición y la citación, se establece un sentido de copresencia en esta importante coyuntura política entre los numerosos colaboradores. Al mismo tiempo, la condición física y táctil de los collages hace que la repetición y la proliferación permitidas por la red se basen en una materialidad que es fundamental para el acto de presenciar. La comunicación en red posiciona el acto de presenciar entre múltiples miembros de una comunidad.
En el establecimiento de ciertos ecos visuales se desplaza un proceso de verificación; se pasa de confirmar la transparencia de la relación entre una representación y la realidad, a confirmar la existencia de un entendimiento compartido entre individuos. Si las obras generadas para Collage Chile funcionan como una forma de testimonio, ¿cuáles podrían ser los contornos, las limitaciones y los riesgos de este testimonio? La capacidad testimonial de estas obras es claramente distinta de las filmaciones y fotografías que documentan los abusos de poder y contribuyen a la transparencia y la justicia en el contexto de la defensa de los derechos humanos. A diferencia de las expresiones testimoniales más convencionales, los collages en sí no aportan pruebas indiciarias que contribuyan a la reconstrucción de hechos concretos. Sin embargo, esta red cumple una función testimonial al registrar las huellas de cómo se integran ciertos momentos políticos dentro y entre los miembros de una comunidad. Aunque las formas de disidencia en red que aquí se discuten no sirven necesariamente a una agenda de verificación e investigación, promulgan una forma de testimoniar que podría ampliar un entendimiento del testimonio más orientada hacia la pluralidad de la red que hacia el consenso y la corroboración.